ARCO Y FLECHA

JOSIV CARE

Antes de partir

Gritos en cada rincón. El tiempo se detiene. Me tiemblan piernas y brazos. La mano derecha es pesada. Enfrento una pesadilla sin final. Aumenta la lluvia. El aroma de pasto mojado entristece el alma. Busco consuelo, alguna luz para volar nuevamente… Mi mirada se clava en sus ojos. Me observa. ¿Acaso es ángel o diablo en bello cuerpo de mujer? De pronto, siento un rayo atravesar mi pecho. Caigo lentamente. No la dejo de mirar…

Memorias inciertas

Ella me sonríe. Sus manos alcanzan a rozar mi rostro. Acerca sus labios, me besa. Siento su corazón palpitar. Su piel es suave. La necesidad de abrazarla me debilita. Percibo amargura de la hierba que nos rodea. Los arboles observan celosos. El sol buscar quemar nuestro momento. Pero la lluvia los limita…
El sabor dulce del beso ilumina el interior de últimos suspiros. Y le escucho decir: “Te quiero” con la voz de su espíritu. Los ojos verdes encuentran en mí la gota de amor. Besa mi boca una vez más, despidiéndose. La dejo ir…

Máscara

Los gritos se desvanecen. El tiempo se detuvo. Piernas y brazos ya no tiemblan. Mi mano derecha descansa. La pesadilla terminó. La lluvia cesa. La humedad en el pasto se filtra por la máscara de la verdad. Ahora lo sé. Pude haber hablado con ella, preguntar acerca de su vida, sus sueños, su historia. Sin embargo, escondí la realidad detrás de esta máscara. ¡Esta maldita máscara! No importa el consuelo, ya no podré volar…
Los ojos de ese ángel despiden lágrimas. En ocasiones denotaron felicidad. En ocasiones alegraron la existencia de este ser en desdicha. Esos labios dibujaron mil sonrisas, más de ellos no escuché palabras.
Atreves de esta máscara nunca logré observar.

Adiós sin lamentos

A nadie importó tu muerte caballero de la máscara. Tu corazón, flechado. Tu cobardía, la muerte. El adiós fue sin lamentos. El adiós lo conocías. Ella nunca te perteneció valiente caballero. Ella tiene hogar lejos de esta tierra. Ahora eres quien yace muerto en un lugar desconocido. Ahora muere, con la espada fuera de tu mano derecha. Descansa en paz caballero, sin mayor escudo que el perdido en la batalla. Sonríe… tus ojos ya pueden ver.